El amor carnal: límite
de la entrega patriótica.
Karla María Féliz Rosa #17.
Desde el inicio
de los tiempos más remotos hasta hoy se ha logrado apreciar como el ser humano
ha desarrollado su capacidad de independencia al encontrar múltiples formas de
subsistir y/o prolongar su existencia. Así pues lo ha demostrado al producir lo
que está más allá de lo natural, todo lo que es capaz de brindarle placer,
satisfacción y comodidad; es decir se ha empeñado por la perfección constante de su calidad de
vida. Es evidente que el hombre fue creado para sobrevivir por sí solo;
mediante su ingenio, su destreza, su don e inteligencia está apto para existir
como pueda. Sin embargo, a pesar de la tecnología, la globalización y del poder
del intelecto, el ser humano se ha visto frustrado por la aparición de
irrevasables fronteras durante su intento por lograr lo anhelado. Lo que quiere
decir que muchas circunstancias o elementos logran ser ese impedimento
indeseable o una delimitación que entorpece lo planeado, así como lo es el amor
carnal: límite de la entrega patriótica.
A pesar del
concepto tan extenso que adopta la palabra “amor”, según la enciclopedia
virtual Encarta esta se define como esa fuerte inclinación emocional hacia una
o un grupo de personas, y en su sentido mas amplio, hacia un animal u objeto.
Es un requisito indispensable para relacionarse con los demás, ya que cualquier
ser que aloja este sentimiento en su interior es capaz de entregarse y querer
al prójimo sin medida ni condición alguna. Sea cual sea su contexto, el amor es
símbolo y sinónimo de entrega, pasión, adoración, frenesí y cariño; y a la vez
antónimo del egoísmo, la guerra, el odio y el encono. Esto es lo notable al
referirnos a derivaciones como el “amor patriótico” y “amor carnal”, que aún
siendo de denotaciones diferentes, son semejantes por la influencia que
infunden sobre cualquier persona que los experimenta. Lo dicho anteriormente se
debe a que el amor patriótico mantiene vivo ese vínculo afectivo entre la
tierra natal o adoptiva de un personaje y el amor carnal despierta la necesidad
de unión amorosa entre dos personas de diferentes sexos sea cual sea la
circunstancia.
Ahora bien, la
patria o ese territorio natal en donde un ser humano suele nacer, como otras
cosas es amada, extrañada y defendida por aquellos que sinceramente se sienten
vinculados a ella. La conexión emotiva del individuo y la defensa constante de
ese espacio geográfico al que se se siente atado, -sin mencionar su vehemente
deseo de bienestar y progreso- , son las características y singularidades
principales de un ser amante a su nación. Dicho más concretamente, una persona
patriota promulga acciones que sirven para mostrar el amor que tiene hacia su
país y ve el patriotismo como un valor que los demás deben albergar en su
círculo de cualidades. Este tipo de personas justifican este cariño a su tierra
natal al desplegar su bandera o insignia nacional, al cantar el himno o al
defender y apoyar al país al que corresponde por uno o más medios. Otro ejemplo
mas extremo es el de morir en enfrentamientos bélicos junto a grupos humanos de
un mismo ámbito geográfico y espacial o hasta matar a terceros que han ofendido
y vulnerabilizado lo que se siente como patria.
Aunque ser
patriota es una actitud honorable y parezca fácil de mantener, es sumamente
complicada ya que suele separarte de la sociedad que no pertenece a tu cultura,
además que se es susceptible a ser moldeado por el pensamiento trivial de los
demás. Es este último aspecto –“El pensamiento trivial de los demás”- que acarrea
problemáticas como la traición a tu nación o a la nación de los que un día
amaste y te sentiste atado, creando una situación que poco a poco ocasiona la
fatalidad. Este tipo de circunstancias en singular se aprecia en un escrito
literario llamado Gaspar Ruíz, creado por el polaco Joseph Conrad, en el cual
se plasma la vida de un soldado que por amor irónico a su patria y amor a la
carne cayó ciegamente en manos de la muerte. Pues su protagonista de nombre
Gaspar Ruíz, siendo defensor de su patria se enamora de una mujer que
pertenecía a un territorio que por razones políticas era adverso al de él, lo
que aflora inexplicablemente un límite a la hora de abogar y sostener la
protección de su suelo natal. La posición contraria que toma este personaje con
respecto a su antiguo sentimiento patriótico es la que lo lleva a la
autodestrucción, por miedo a no perder
la criatura vengativa de la cual se había apasionado.
En resumidas
cuentas, de esta forma se ve lo difícil que es para el ser humano llevar a cabo
sus objetivos cuando disposiciones propias de nuestra naturaleza preparan para
un fracaso. Es penoso, por ejemplo, ser patriota cuando te ves restringido por
cuestiones como la nacionalidad a la que pertenecen tus seres queridos, por los
que sientes un profundo amor carnal del que no te puedes separar. El no saber o
mejor dicho el no poder apartar este elemento intrínseco de nuestra esencia,
ocasiona inconscientemente la
autodestrucción, que en obras como Gaspar Ruíz y quizás en la realidad esta
encubierta de algo tan sutil como el amor. Evidentemente la inclinación
emocional de una persona hacia otra o hacia algo nos conduce a cometer acciones
que a nuestro pensar no perjudiquen al que amamos, sin importarnos si
ejecutamos o no actos de traición. Es por esta razón, que el hombre patriota
que traiciona a su país por unirse a su
objeto de deseo, -aún siendo este adversario de sus pensamientos patrióticos-,
se destina a fracasar en su gesta heroica y automáticamente se identifica el
amor carnal como límite de su entrega patriótica.